¿De dónde viene el pan de muerto?

Pan de Muerto

Esponjocito, redondito y con un sabor delicado a naranja y a veces hasta un poquito de anís… ¡hmmm! Así es el pan de muerto perfecto, una delicia para los amantes del carbohidrato y el azúcar y un recordatorio que sale de los hornos en honor a nuestros difuntos. Y es que desde mediados de septiembre ya podemos ver en algunas vitrinas asomarse al pan de muerto, que, como no queriendo la cosa, inaugura el cierre del año y la época de grandes celebraciones que culmina hasta el 6 de enero con la partida de rosca. ¡Pan y más pan!

Pan de Muerto

Pero ¿de dónde salió el pan de muerto? Una versión de la historia cuenta que, con la llegada de los españoles, también llegó la prohibición de los ritos y sacrificios religiosos que llevaban a cabo los pueblos mesoamericanos. En su lugar, se implementó la hermosa elaboración de un pan hecho con trigo en forma de corazón que simulaba la ofrenda a los antiguos dioses. Sin duda, el pan de muerto es el símbolo inequívoco de la fusión entre el mundo prehispánico y el español. Por un lado, tenemos la celebración de la muerte propia de nuestras raíces, y por el otro el uso de las harinas y trigo que era común en el continente europeo.

Pan de Muerto

Actualmente no es tan común ver variedades diferentes de pan de muerto, pero en muchas ciudades, sobre todo del centro y sur de nuestro país, se acostumbra a elaborar pan de muerto en forma de flores, animales y hasta corazones. Todos se elaboran con el objetivo de enaltecer a nuestros difuntos y como una forma de unirnos con ellos en cuerpo y alma. Pero, se dice que la forma circular que conocemos hoy en día de nuestros ricos panes parece simbolizar el ciclo de la vida y la muerte, la bolita del centro simboliza el cráneo y las ramificaciones serían los huesitos y las lagrimadas por la partida de nuestros seres queridos, todas conformadas según los cuatro puntos cardinales.

Con el tiempo esta tradición se ha ido modificando y ahora podemos encontrar deliciosos panes de muerto tradicionales y muchos otros preparados con ingredientes especiales, rellenos únicos y hasta espolvoreados específicos. Ni uno le falta el respeto a nuestra tradición y, por el contrario, habla de que la tradición es una transformación continua creada por sus pueblos (excepto el que está relleno de chilaquiles, ¡eso es una ofensa!, jejejé, no se crean). Lo importante realmente es el fondo y no la forma.

¡Larga vida al pan de muerto!


Besos azucarados

Señora Blablablá